martes, 21 de mayo de 2013

Mi Magna Mariana:El sueño de Consolación



Pasaste como pasa la vida, de forma fugaz, pero dejando en mi alma un regusto, que siempre saborearé. Fueron tantos los detalles de ese día, que desde este rincón voy a intentar contar en varias entradas, todo lo que mis ojos pudieron ver y lo que mi alma pudo sentir...

Cuando me preguntaron, ¿tu que haces en la Magna?, nunca tuve dudas: Yo saldré en Consolación.Sabía que esta decisión, habría quien no la entendería, incluso se que aquellos que no me conocen, les ha sentado mal verme con una sudadera que no es la que ellos quisieran ver, pero es que yo soy de Ella, y desde un primer momento Ella  y yo sabíamos que ese día estaba reservado para hablarnos en nuestro lenguaje, el del silencio, ese que solo los que me conocen bien, saben que allí me encuentro conmigo y con ese yo, que necesita de su llanto para aparecer.

El despertador sonó temprano, a eso de las seis...aun la luna le ganaba la partida al sol y los pájaros juguetones, saludaban al alba, presagiando que el invierno se había colado en un día de primavera, y es que últimamente, los cofrades, sabemos que la inmensidad de nuestros días grandes va ligada a la presencia de
tiempo inestable, y un día histórico, no podía ser menos.
La ropa estaba planchada y como si de un ritual se tratará, descolgué la medalla del cuadro donde descansa durante todo el año,  besé la foto antigua de mi abuela y mis pasos se encaminaron nuevamente a ti. Como si de un novio se tratase, no había querido ir a verte días antes, para encontrarnos de frente y poder estremecerme con tus bellezas, digo bien, tus bellezas: La de tu rostro y la de todo lo que te rodea, y es que en torno a ti existen angelitos de carne y hueso, que se preocupan porque no te falte detalle, te visten de reina, de madre y de amiga, te engalanan con la flor mas bella que los sentidos pueden percibir, te perfuman con la brisa que solo ellos pueden oler y es que Consolación, ellos saben que los proteges y los mimas, y ellos, el equipo de priostia de tu Hermandad, te lo pagan con el cariño que solo ellos saben regalarte,son las manos mas envidiadas por los que nos conformamos con mirarte, por eso desde aquí gracias por cuidarla y por quererla, y por hacer de su paso de palio, el cofre mas deseado por los que la paseamos.

¡Que belleza tiene tu dolor! Allí delante de tu palio, parezco tan pequeño, te miro y cada vez que lo hago te veo diferente, encuentro en ti detalles que la última vez no vi,  incluso ese sábado te vi sonreír, estabas feliz porque ese día, el sol te saludaría radiante, aunque tu eres mas de pasear bajo la luz que dan las estrellas, el sol te sienta tan bien.
La flor, tu tocado, las pinturas de tu candeleria, la cera de los farones, el llamador del Sagrado Protector, la vestimenta de María Magdalena, el empaque de tu nuevo manto, eras todo un detalle, estabas preparada para saludar a Granada y Granada estaba preparada para inundarse de ti, de tu dulzura, de tu llanto, de tu dolor, de tu belleza.


El Sagrado Protector nos miraba desde el altar y nos bendecía para tan histórico momento, y es que ese día nos regaló momentos que dificilmente se repetirán. El primero de ellos fue igualar a la cuadrilla que pasea al
Crucificado de San Agustín para poder disfrutar del peso de su bendita madre, ese día fuimos una cuadrilla, la cuadrilla de la Hermandad de San Agustín. Nuestro equipo de capataces no entendió de técnica, ni de alturas, ni tan siquiera de limitaciones, entendían de ilusiones, de sueños por realizar, de igualar debajo de Ella a amigos que comparten devoción y todo eso les hace muy grandes, gracias a su esfuerzo y nuevamente al equipo de priostia, el sueño pudo hacerse realidad...
Y allí estaban ellos, preparados para ser los pies de María en una mañana en la que los pasos de palio comenzaban a despertar a los adoquines de nuestra dormida ciudad, en sus caras pude ver la ilusión de poder llevarte y en otras, los nervios de la responsabilidad, que en breves minutos darían paso a la cara que se nos pone cuando sabemos que las cosas están bien hechas. Como no podía ser de otro modo, teníamos tarjeta de relevos(sabia que no me fallarías) que guardaremos en esa caja donde los costaleros guardamos nuestros tesoros. Después de regalarnos tu belleza plasmada en fotografía, el capitán de tu nave tocó el martillo de nuestros sentimientos y con una charla de esas que solo el sabe darnos, nos endulzó el alma, tal y como llevaba haciendo desde días antes, eres un capitán de corazón grande y alma costalera...

Sonó el martillo, entró la luz en la fría capilla de San Antón, el epílogo de tan bella jornada, empezaba a escribirse en las hojas de 30 corazones. Con esfuerzo y con maestría milimétrica, tu paso de palio estaba en la calle. Pocas, eran pocas las personas que allí te esperaban, pero eran las justas para regalarle el calor de tu belleza. Esos costaleros acostumbrados a levantar de forma pausada te llevaron al cielo y allí, donde los sueños suenan a tertulias de corbatas con varal de plata y carey, y solo se ve por los ojos de alma, se escuchó el sollozo de algún llanto que te agradecía el poder estar allí, contándote aquello que le entristecía el alma o sencillamente disfrutando de la compañía de sus amigos...

No se escuchaba nada, solo el rachear de zapatillas negras y en ocasiones, en encuentro seco de la base del varal con la mesa donde descansa tu sacra conversión, el sol vergonzoso, se escondía para no mirarte de frente y de paso, hacernos temer por un regreso acelerado.


Pero el sueño comenzó a coger forma cuando quedaste arriada en el interior de la Catedral, te dejamos allí durante unas horas para que fueran miles de personas los que observaran tu contemporánea belleza y la suavidad de tu talla. Te prometí volver para devolverte al calor de San Antón y así fue, pero antes de eso se volvió a vivir otro momento mágico.



Ahora le tocaba a tu cuadrilla pasearte en el final de esta jornada histórica. Allí estaban todos, los que
estaban y los que no, porque si faltaba alguno, estaba también. No es fácil ser de una cuadrilla de silencio sino se es costalero por devoción. Vienen a verte los kilos y tienes que pensar en Ella, sin tambores ni trompetas que te hagan aliviar el peso de una advocación, y es ahí donde aparece el costalero devocional, ese que no sabe de deporte sacro, sabe de amor al negro, a pasar desapercibido, a hablarte de tu con el solo acompañamiento de un suspiro, a darle la mano al compañero, que junto a ti, comparte el amor por Ella, sin importarle venir de lejos, para igualar bajo la oscuridad de tu infinito amor. Y es que tú, Consolación, has movido las conciencias de un grupo de personas y nos has hecho encontrarnos para hacer grande el significado de tu nombre y de paso, forjar una preciosa amistad, eso y el amor a ti, es lo que quedará con el paso de los años, lo demás, es disfrutar de regalos que la vida nos da...


Y que regalo nos hiciste esa tarde. Para ese momento, el sol apareció para saludar tu belleza pálida y dejar ver el llanto que reina en tu palida encarnadura, paso a paso, chicotá a chicotá, fuimos llegando al momento central del día, y frente a frente te posamos en donde María se hace patrona, allí se escuchó el sollozo anónimo de hombres silentes, cuyos corazones se sentían orgullosos de estar junto a ti, porque tu nos habías llamado. Frente a frente la tradición y el dolor, los años y tu juventud, la devoción y nuestro amor, la historia y nuestras suplicas, las palmas y el silencio...un momento que pellizcó mi alma y que permanecerá en mi durante el resto de mis días.

En esa levantá, frente a la Madre de los granadinos, se fueron las peticiones por los que tenemos hijos, las lágrimas por los que han perdido familiares victimas del cancer, las suplicas por los que esperan que su casa se inunde de chupetes, las ilusiones por una llamada que ofrezca un trabajo, los rezos para que tu consuelo se apiade de madres enfermas, los anhelos de aquellos que miran el futuro con miedo...allí se quedaron dos años de esperar tu peso en la cerviz de 48 almas que hacen del silencio su forma de darte las gracias


De vuelta por las calles de tu barrio, volivió a sonar el trio de clarinete y oboe, el sol dió paso timidamente a la luna, todo me recordaba de nuevo al Lunes Santo, se acababa el sueño de un dia, que marcará el presente de una cuadrilla, que se ilusiona al imaginar el futuro. Rodeado de vosotros y guiados por los que opinan que el buen ambiente, dará paso a la excelencia técnica, seguiré soñando con acariziar la dulzura de tu dolor.

Estas palabras son el resumen de mi sentir y es una forma de agradecer a todos los que ese día fueron parte de mi sueño.En el no aparecen nombres, porque cada uno de vosotros, sabéis el lugar que ocupáis en el.

Gracias por hacer humana a una cuadrilla y por hacer de un dia grande, algo histórico e inolvidable

Al cielo la Madre de Dios




Las fotos que acompañan esta entrada son de Raul Morente, Ricardo Diaz y Juan Spizley

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