viernes, 7 de febrero de 2014

Una vieja parihuela

Foto: Floren Ruano
Allí, envuelta en plásticos y rodeada de una vieja tela verde, viendo pasar los días y contando las horas para que los mismos que allí te dejamos, hoy volvamos a ti. Allí nos esperas porque sabías, siempre lo sabes, que vamos a volver, porque esos que somos de ti, siempre volvemos a ti. Te haces mayor y nos ves envejecer, al mismo tiempo que envejeces también tu. En tu memoria plateada recuerdas a unos jóvenes que llegaron a ti con la ilusión de formar parte un grupo humano, del cual formas parte sin tu quizás darte cuenta. A simple vista careces de sentimientos, no tienes voz, pero yo se que guardas caricias en las estrias de tu madera, que en tu viejo respiradero conservas suplicas que gente anónima te encomienda, por ser el suelo sobre el que descansa la imagen de el Señor, que en la plata de tu canasto escondes millones de miradas que buscaron unos ojos de hombres que profesan fe y que desde la oscuridad de tu silencio, buscan la calma de su alma.

Desde fuera todo parece oscuridad, a simple vista solo se aprecian personas que hacen un esfuerzo físico empujados por una creencia y movidas por alguna promesa. Sin embargo desde dentro solo se ve luz, la luz de chiquillos que se han hecho hombres citándose contigo cada frío invierno, la luz de padres que presumen de acompañar a sus hijos bajo la ilusión de tus trabajaderas, la luz de aquellos que vienen desde muy lejos para ser parte de ti, la luz de los que sueñan con meterse dentro de ti y hacen de ese sueño, el motor de sus largos Otoños.

Cuanta gente has visto apoyar sus hombros en tus trabajaderas, muchos se fueron por no entender que aún pareciendo arisca, eres cercana y acogedora. Los que allí seguimos, hoy volveremos a ti, volveremos a buscar el aroma de tu vieja madera, volveremos a dibujar sueños que allá por Abril, se impregnarán de sentido, volveremos para contar los días a son de marchas y chicotás, volveremos porque eres parte de nuestras vidas y porque el día que no volvamos, te echaremos tanto de menos, que ya nada volverá a ser igual.

Hoy extrañaras el incienso que te preside cada Miércoles Santo, hoy no se iluminará tu plata con el destello de cientos de flashes, hoy ancianas manos no recorrerán las formas de tu respiradero, hoy solo seras una vieja trabajadera. Pero tu y yo sabemos, que cuentas los días para descansar en el frío mármol  de una Imperial Iglesia, que sueñas con sentir el peso de su mirada sobre tu canasto, que anhelas el calor de tus morados faldones, que buscas sin encontrarlos, el aroma de claveles rojos que perforen tus entrañas, porque tu también sueñas, al igual que los que hoy seremos parte de ti, con que suene Saeta y sea Miércoles Santo. 

Mientras tanto hoy, serás una vieja parihuela...


Dedicado a todos los que hoy vuelven a ser parte importante de una vieja parihuela

2 comentarios:

  1. Coño, te quiero hermano costalero.
    A. Maroto

    ResponderEliminar
  2. si se pudiera expresar más claro, el problema sería encontrar al que lo hiciera...un abrazo, desde esas chicotás compartidas bajo dulces miradas

    ResponderEliminar