domingo, 20 de abril de 2014

La vida en una semana...



Te has ido casi sin despedirte. Me has dejado un mordisco en el alma, que solo podré recuperar rascando en el recuerdo de tu ausencia. Te esperaba con la ilusión que te espera un niño, te he disfrutado en cada segundo de tu existencia, he recorrido tus días con la sonrisa del adolescente que te vive intensamente. Nos has regalado una semana especial, dejando tus cielos azules para reflejarnos en ellos y temperaturas que  nos invitaban a caminar por las calles vestidos de estreno. Aroma de azahar que se mezclaba con esos olores que solo tu sabes regalarnos. Hoy al despedirte, has derramado tus lágrimas que se han mezclado con los restos de cera, convirtiendo las aceras en cartas de despedida, que hablaban de ausencias y melancolía, melancolía por volverte a sentir.

Eres como ese amor lejano que sabes que siempre volverá, pero la espera se hace larga y tediosa. Ahora toca cerrar de nuevo el viejo arcón, a el volverán costales que saben de amores y súplicas, periódicos de tus días pasados, tarjetas de sitio, estampas regaladas de manos amigas, que te viven con la misma intensidad que lo hago yo, cestas de monaguillos y guantes revestidos de cera. Ese arcón guarda los recuerdos que año tras año me regalas, es el testigo de nuestra larga historia de amor, un amor forjado en el peso de la tradición.

Te escapas entre los dedos, pero te vas desgastada. Te he exprimido en túnicas de estreno, en levantás de palios adornados por manos gastadas por caricias silentes de suspiros que huelen a ausencias, en lamentos de trompetas, en miradas ilusionadas de niños que comienzan a enamorarse de tu presencia, en blondas que juguetean con el aroma de la madera que imita a la piel, en aplausos que reconocen el esfuerzo de costaleros anónimos, en heridas de cuellos a modo de historia de amor.Te marchas dejándome instantes guardados en el cajón de lo inolvidable, te he transitado de la mano de aquellos que te han hecho especial, esos que me rodean y que no entienden de egoísmos.

Te llevas una parte de mi, el sueño de lo vivido, el despertar de las dudas de niños que comienzan a extrañarte y el brillo en sus ojos al inundarse de tus detalles. Han sido ocho días llenos de vivencias y llenos de familia, ocho días de recuperar tradiciones, esas que hoy nos hacen quererte y necesitarte. Esas que se reinventan cada vez que llegas, porque llegas como siempre y siempre eres distinta.

Ahora llegará el momento de analizarte y de echarte de menos, llegarán las tertulias para recordarte y los cafés de amigos para buscar en ti detalles, que nos llenen las conversaciones que terminan siempre en esperarte. Son tantos los detalles que nos dejas, que seguramente algunos se nos escapen a la hora de extrañarte.

Déjame recorrerte despacio, déjame que me pierda en las esquinas de tu ausencia, quiero disfrutar la distancia de tu presencia, recordando el aroma de tus días, ese que recorrerá los rincones de mi desgastado cuerpo hasta que volvamos a mirarnos de frente, déjame que reviva tus instantes y me pierda en el anhelo de todo lo vivido. Déjame extrañarte y encontrarte en los ojos ilusionados de los que te desean durante todo el año. Déjame soñarte hasta que tu presencia acaricie mi alma y volvamos a encontrarnos, hasta ese día, déjame recordarte...






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